Comer o no comer carne: esa es la cuestión (climática)
Abordamos la difícil tarea de considerar el impacto ambiental de este hábito tan arraigado en Latinoamérica, tanto por razones culturales como económicas. ¿Qué startups trabajan el tema y cómo?
Contenidos de esta edición:
Uno de los cambios que hice cuando comencé a interiorizarme en la crisis climática fue hacerme vegetariano. Venía pensándolo hacía tiempo, pero no terminaba de dar el paso. El asado con amigos parecía una costumbre imposible de soltar. Sin embargo, el consenso científico acerca de la necesidad de migrar hacia dietas basadas en plantas me facilitó dar el paso (véanse por ejemplo las cifras de Drawdown o el último informe del IPCC).

Esta edición de Pulso aborda una de las muchas aristas del impacto ambiental del ganado: la relación entre su producción y el uso del suelo.
Entendemos que el impacto ambiental de la agricultura y de la ganadería es complejo de entender y culturalmente difícil de aceptar: tenemos impregnadas en la mente ilustraciones de vacas “felices” pastando en praderas como signo de naturaleza y progreso, consideramos a las exportaciones de carne como motor de desarrollo y usamos el “asado” para alentar el turismo extranjero. Pero la ciencia nos habla muy claramente sobre disminuir el consumo de carne para llegar a los objetivos del Acuerdo de París. ¿Por qué?
Ganadería y uso del suelo
Mis pre-conceptos de chico de ciudad me hacían suponer que la mayoría del planeta estaba ocupada por grandes centros urbanos. Los datos muestran que esto no es de ninguna manera así: de acuerdo a un informe del Dr. Jonathan Foley publicado en National Geographic, del total de la superficie habitable hay un 46,5% que fue poco modificado por el ser humano (alta montaña, bosques, tundras y desiertos), un 14,9% que se considera “erosionado” (zonas urbanas, viviendas y comercios rurales, rutas, minas, vías de tren, etc.), y el restante 38,6% se destina a agricultura y ganadería.
Es decir: la gran mayoría del territorio modificado por el hombre se usa para actividades agrícolas y ganaderas. La expansión de la frontera agrícola es una de las grandes causas de pérdida de selvas, bosques y biodiversidad (extinción de especies).
Como primer paso para alcanzar un desarrollo sostenible, tenemos que preservar ese 46,5% de territorio en su estado natural. Desafortunadamente, esto no está sucediendo:
Cada año el mundo pierde 13 mil millones de hectáreas de bosques que son destinadas a pastizales o a cultivo de granos para alimentación de ganado (FAO).
“La sustitución de selvas tropicales por tierras de cultivo es una de nuestras acciones más destructivas, y raramente contribuye a beneficiar a las 850 millones de personas que pasan hambre”, indica Foley, hoy director ejecutivo de Drawdown, en el informe citado de National Geographic. “La mayoría de las tierras desmontadas para agricultura en los trópicos no contribuye mucho a la seguridad alimentaria del mundo, sino que se usa para producir ganado, soja para alimentación ganadera, madera o aceite de palma”.
La deforestación es una de las principales causas de emisión de gases de efecto invernadero:
Las emisiones provenientes de deforestación tropical y degradación de bosques se estiman en 5,1-8,4 Gt CO2 eq. por año, o 14-21% de emisiones de GEI antropogénicas (International Sustainability Unit, 2015).
De acuerdo a un paper de la Universidad de Minnesota de 2013, solo 55% de las calorías provenientes de los cultivos globales son consumidas directamente por personas; otro 36% se usa para alimentar animales, y el 9% restante está destinado a otros usos (ej. biocombustibles). National Geographic graficó estos hallazgos en un mapa, que refleja las áreas de cultivos destinadas a producir calorías consumidas por personas y las destinadas a producir cultivos para ganado y energía:

Reduciendo el consumo de carne no solo reducimos la presión sobre los ecosistemas naturales que se desmontan para pastoreo, sino que también permitimos que tierras que hoy se utilizan para producir alimento para ganado se destinen a producir alimento para humanos.
¿Todas las vacas son iguales? El debate en torno a la ganadería regenerativa
En los últimos años tomaron fuerza formas de ganadería que intentan ser mas sustentables con el medio ambiente: “carne orgánica”, “carne de pastoreo” o “ganadería regenerativa”, son algunos términos que se usan (de manera bastante dispar) para hablar de ellas. Una característica común es que todas buscan evitar los efectos nocivos de la producción intensificada en feedlots, como contaminación ambiental, enfermedades de animales por hacinamiento y malas condiciones de vida animal.
No todos están de acuerdo con que estas prácticas sean positivas. Para el periodista y escritor inglés George Monbiot, que publicó este año un provocador libro sobre el tema llamado Regenesis, “la carne vacuna y de cordero orgánica de pastoreo es el producto agrícola-ganadero más dañino”. Él sostiene que la cantidad de calorías logradas por hectárea de esos productos es aún peor que la de la carne tradicional: “Los cultivos agrícolas, algunos de los cuales son destinados a alimentar a animales, ocupan el 12% de la superficie terrestre. Pero mucho más suelo (alrededor de 26%) se usa para producir carne y leche de pastoreo. Dentro de este amplio sector, los animales que son enteramente alimentados por pastoreo producen solamente el 1% de las proteínas del mundo”.
Monbiot argumenta que para que la actividad ganadera pueda llamarse “regenerativa”, lo mínimo que debería lograr es el retorno de árboles a áreas que solían ser bosques. La gran mayoría de la carne de pastoreo llamada “regenerativa”, dice, no lo es.
Del otro lado del debate están quienes practican y promueven ganadería regenerativa con convicción, como Pablo ‘Bana’ Borrelli, co-founder de Ruuts.la. Esta startup ofrece capacitación, acompañamiento a campo e incentivos de mercado mediante la comercialización de bonos de carbono y servicios ecosistémicos para que más productores hagan la transición hacia producciones regenerativas.
“Hay un movimiento global de gente que está tratando de regenerar el ambiente al mismo tiempo que produce alimentos, y que ha demostrado que se puede llevar a cabo con buenos resultados de aumento de biodiversidad, aumento de infiltración y retención de agua en suelos, e incremento de CO2 en suelo en forma de hummus”, comenta. “La agricultura industrial desterró a los animales de los campos y los reemplazó por fertilizantes químicos; la única forma de volver a que esa fertilizacion sea biológica es incorporar a los herbívoros en la producción. Cualquier persona que esté intentando regenerar tierra va a coincidir en eso”.
En una cosa Borrelli está de acuerdo con Monbiot: los lugares que antes eran bosques deberían recuperar su cobertura y nunca volver a ser producciones; nadie puede estar de acuerdo con convertir a las selvas tropicales en campos ganaderos. Pero sostiene que las áreas donde crecen principalmente pastos (en Argentina, por ejemplo, son 150 millones de hectáreas) co-evolucionaron con herbívoros y que la ganadería puede recrear esa simbiosis mutuamente beneficiosa entre animales y plantas, que en definitiva termina enriqueciendo el suelo.
“Los herbívoros ‘rompen’ suelos compactados, entierran semillas con sus pisadas, ‘activan’ a ciertas especies de plantas cuando las consumen para que vuelvan a reproducirse. Si no hay herbívoros, las plantas crecen hasta su máxima expresión y mueren, y el ciclo no se reactiva hasta que hay un incendio. Con el manejo controlado de ganado dentro de los campos, se puede mantener este ciclo de crecimiento y pastoreo activo, y en cada uno de los ciclos se acumula materia orgánica en el suelo, que es el principio de la vida”.
Claro que en regiones como la pampa húmeda de Argentina, las vacas no son animales nativos: si los esfuerzos se orientaran a la regeneración de ecosistemas originarios, se tendría que estimular la presencia de ciervos nativos y guanacos como herbívoros (y de yaguaretés como predadores), no de vacas.

¿Cómo traer de vuelta a la fauna autóctona a este tipo de ecosistemas para que se dé una regeneración completa? “Creemos que con incentivos podemos estimular que los productores dejen un porcentaje de la producción de pasto para estimular el regreso de la fauna local. Pero eso solo será posible desde un panorama de regeneración, que crea abundancia de alimento para animales domésticos y silvestres, no de restricciones o de escasez”.
Borrelli también indica que estos incentivos servirían para que los productores adopten conductas de bienestar animal y bienestar social para con los trabajadores y las trabajadoras del campo, y que la demanda de consumidores es clave para que se abandonen prácticas tremendamente nocivas a nivel ambiental como el ‘engorde’ en corrales durante los últimos 6 meses de la vida de las vacas (es decir, sacar a los herbívoros de su ambiente, donde cumplen un rol clave, para encerrarlos en corrales y alimentarlos con granos provenientes de la agricultura industrial).
Alternativas plant-based
Aún si colectivamente aceptamos que una porción de tierra va a seguir destinándose a la producción agrícola y ganadera (preferiblemente, regenerativa), frenar la expansión de la frontera agrícola sobre ecosistemas nativos disminuyendo el consumo de carnes animales (y consumiendo, en menor cantidad, carnes de mejor calidad) es clave para la transición a una economía neutra en carbono.
El cambio a dietas ricas en contenido vegetal reemplazando la proteína animal es la segunda acción con mayor potencial de reducción de emisiones según Drawdown.
Si el 50–75% de las personas adoptaran una dieta saludable de unas 2300 calorías por día reduciendo el consumo de carne a un máximo de 57 gramos por día de carnes rojas, lograríamos reducir o secuestrar 78,33 a 103,11 GT de CO Eq entre 2020 y 2050.
De acuerdo a un reporte de la consultora Boston Consulting Group publicado en The Guardian el mes pasado, la inversión en sustitutos de carne basados en plantas es la mejor alternativa en términos de dólar invertido por CO2 reducido: “Por cada dólar invertido, la inversión en mejorar y escalar la producción de sustitutos de carne y lácteos resultó en tres veces más reducción de GEI comparada con inversiones en tecnología para ‘cemento verde’, siete veces más en relación a inversiones en edificios verdes y 11 veces más comparada con inversiones en autos de cero-emisiones”. Una porción promedio de carne de vaca, por ejemplo, resulta en 6 a 30 veces más emisiones que una de tofu.
La inversión en alternativas a carne proveniente de animales (incluyendo productos fermentados y carnes de laboratorio) creció de mil millones a cinco mil millones de USD entre 2019 y 2021, de acuerdo al mismo reporte. Actualmente, estas alternativas constituyen solo el 2% de los productos cárnicos, huevos y lácteos vendidos, pero se espera que abarquen el 11% del mercado para 2035. Si esto sucede, se lograría una reducción de emisiones de casi el equivalente a las generadas por la aviación global. Y la consultora asegura que las alternativas podrían crecer aún más rápido con avances tecnológicos que den como resultado mejores productos, escalando la producción y generando cambios en regulaciones, o haciendo más fácil su difusión y venta.
Una de las startups más exitosas de este sector es de nuestra región: Notco, de origen chileno, reconocida como unicornio de climatetech a nivel mundial. Felices las Vacas es otra marca similar argentina. Ambas son equivalentes a las pioneras norteamericanas Impossible foods y Beyond Meat. Todas apuntan a crear sustitutos a los productos más comunes de origen animal (hamburguesas, nuggets, leche, helado, quesos) en versiones a base de plantas.
Otro proyecto innovador es MYCO Technology, que genera alternativas a base de una proteína vegetal fermentada con micelio de hongos shiitake, lo cual aporta sabor y facilidad de digestión. Este proyecto tiene una alternativa a la carne picada bajo la marca GoodSide que no necesita refrigeración y por lo tanto tiene mayor vida en góndola.
Hay otros proyectos que no buscan imitar alimentos cárnicos o sustituir derivados, sino que facilitan la sustitución de carne en las dietas. Molé es uno de ellos: ofrecen, por ejemplo, premezclas para hacer albóndigas de lentejas o faláfel.
Alimentos de laboratorio
En la comunidad techie se habla de la “carne de laboratorio” como alternativa para lograr carne y derivados con resultados similares a los de origen animal, evitando el problema del uso de suelos. Estos productos no son plant-based o veganos, porque contienen células extraídas de animales. Sin embargo, alegan ser ecológicamente superiores por evitar los impactos ambientales de la producción ganadera y del maltrato animal (esto último no es exactamente así, ya que existen muchos métodos para extraer y reproducir las células animales, muchos dolorosos).
A nivel de salud humana, algunas carnes de laboratorio alegan ser más ‘sanas’ por evitar el uso de hormonas de crecimiento y antibióticos que usualmente se dan a los animales. Pero el producto es todavía nuevo y sus consecuencias en la salud pública son desconocidas. De acuerdo a Center for food safety, “de particular preocupación es la ingeniería genética de las células y sus posibles propiedades promotoras del cáncer. Para poder evaluar mejor si los productos se están produciendo mediante métodos que implican ingeniería genética y utilizan construcciones genéticas que podrían fomentar células cancerosas, necesitamos más información sobre cómo se modifican las células y cómo se mantienen creciendo. Muchas de las empresas afirman que esta información es confidencial y un secreto comercial. Estas empresas aún no están patentando sus procesos de producción, en los que esta información se divulgaría de manera más completa”.
Para quienes quieran investigar más sobre el tema, un extenso paper de Stephens et al explora los desafíos técnicos, sociopolíticos, y regulatorios de la agricultura celular.
Algunos ejemplos de proyectos en ascenso de carnes y productos animales de laboratorio son Upside Foods y GOOD Meat, que ‘cultivan’ carne de pollo en entornos ricos en nutrientes; Mission barns, que hace lo propio para crear grasa, bacon, salchichas y albóndigas a partir de células de carne de cerdo (ellos alegan que su alternativa tiene contenido lípido idéntico a los componentes originales pero es libre de salmonela y botulismo, no contiene metales pesados, dioxinas o PCBs, ni tampoco grasas trans o antibióticos); y Scifi Foods, que desarrolla una hamburguesa que combina carne labgrown con ingredientes plant-based.
En un sentido similar, la empresa israelí Remilk está experimentando con la producción de leche y productos lácteos: copian el gen responsable por la producción de proteína de leche en las vacas y lo insertan en levadura. “El gen actúa como un manual, instruyendo a la levadura a producir la proteína de una forma muy eficiente. Luego ponemos la levadura en fermentados, donde se multiplica rápidamente y produce verdaderas proteínas de leche, idénticas a las producidas por las vacas, que son el componente esencial que los lácteos tradicionales que conocemos y amamos. Estas proteínas luego son combinadas con vitaminas, minerales y grasa y azúcar no-animal (libre de colesterol y lactosa) para formar todo tipo de productos lácteos”, explican.
A nivel local, Cell Farm Foodtech está desarrollando un banco de células madre con la genética de vacas argentinas para suministrarlas al emergente sector de carne labgrown.
Hacia una discusión más completa
Aunque a veces parezca que todo se reduce a comer o no comer carne, sin dudas el tema es mucho más complejo. En este sentido, hay un excelente paper de Garibaldi, Andersson, Fernández y Pérez-Méndez cuyo abstract sirve a la vez como cierre y reapertura de esta discusión: “Mientras que el impacto ambiental del agro es justificado comúnmente desde la necesidad de una mayor producción para lograr seguridad alimentaria, las dimensiones del acceso a los alimentos y de su correcta utilización juegan un papel clave”. Por ejemplo, citan que en el mundo hay más personas con problemas nutricionales asociados al sobrepeso que a la desnutrición, y que aumentar la producción en países desarrollados no implica mayor alimento en lugares pobres con deficiencias alimentarias. Los autores coinciden en que una disminución del consumo de carne de animales engordados con granos reduciría su impacto ambiental, y que es clave optar por carnes producidas en forma responsable. Pero, también, que “cambiar la dieta en algunos sectores de la población de modo de evitar los excesos en el consumo de carne podría además evitar muchas muertes por menor obesidad, así como menor incidencia de enfermedades como las coronarias, accidentes cerebro vasculares y diabetes mellitus tipo 2 (esta última aumenta en todo el mundo a tasas epidémicas)”.
"El camino hacia la seguridad alimentaria y la sustentabilidad es polifacético, e incluye modificar la forma en que distribuimos y utilizamos el alimento, destinar una mayor proporción de granos y legumbres al consumo humano en lugar de animal, reducir los desperdicios de comida, y modificar nuestra dieta". Garibaldi, Andersson, Fernández y Pérez-Méndez
Sin dudas el mundo de las comidas de laboratorio parece distópico. Si la carne de laboratorio progresa, ¿cómo cambiaría la economía de nuestro continente? ¿Qué haríamos con las miles de hectáreas que ya no necesitaríamos para ganado? ¿Qué tipo de productos ganaderos venderíamos y a quién?
Mientras tanto, el reducir el consumo de carne y migrar hacia dietas basadas en plantas (quizá, complementadas con proteínas animales de impacto ambiental positivo) es un camino posible con la transformación cultural adecuada.
Si esto permite liberar miles de hectáreas a la regeneración ambiental, ¿no vale la pena intentarlo?
Lo que viene
6 y 7 de septiembre. IAB Beyond Digital (Híbrido). El evento online de marketing digital más importante de Latinoamérica. Co organizado por los Interactive Advertising Bureaus (IAB) de Argentina, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. Líderes de la industria hablarán sobre temas transformando la relación entre consumidor y marcas en el entorno digital. Bruno Caldarelli, de Reimpulso (UY), hablará sobre Comunicación regenerativa. Más info: https://iabeyondigital.com/
8 de septiembre. Tardes de impacto. Nueva edición de Tardes de impacto: encuentro gratuito sobre cómo innovar y emprender con impacto organizado por Impact Latam, en el que nuestra encargada de scouting Agos Martino compartirá panel con Martin Arancibia, co-fundador de Rayo; Ximena Vial, socia Quest Capital Chile y directora GSG NAB Chile; Hernán Acuña, Hub Innovation Manager Enel Chile. Inscripción: https://www.eventbrite.cl/e/tardes-de-impacto-registration-389533875307
13 de septiembre. Packaging sostenible (Chile). 3ra Feria PEFC de Sostenibilidad 2022. Evento dirigido a marcas consumidoras y productoras de impresos y packaging de papel y cartón, con el fin de crear oportunidades de encuentro y generación de alianzas estratégicas para la reactivación sostenible de este mercado. Más info: https://pefc.cl/feria-pefc
14 al 16 de septiembre. Congreso CREA (Argentina). Reunión trianual de CREA, asociación civil sin fines de lucro integrada y dirigida por empresarios agropecuarios que se reúnen en grupos para compartir experiencias y conocimientos. En esta ocasión el temario va a transitar los desafíos de los sistemas alimentarios y las cadenas de valor del futuro, la sostenibilidad ambiental como principal desafío y las soluciones basadas en la naturaleza junto a las tecnologías son una gran oportunidad para el sector. Más info: http://congresocrea.org.ar
15 al 16 de septiembre. 5ta Cumbre Latinoamericana de Inversión de Impacto CLIIQ NEXUS Latam. Propone conectar a actores claves de la filantropía, inversión de impacto, agentes de cambio empresarial, líderes en la sociedad civil y emprendedores sociales para generar redes y acciones colaborativas que lideren el cambio para la región. Sus tres pilares son Transformación digital y sostenible en los negocios, Soluciones climáticas y oportunidades comunitarias e Inversión de impacto. Más info: https://www.cliiq.org/
16 al 25 de septiembre. Tress & Seas (Internacional). Festival organizado por la ONG Plastic Oceans para unir conservación oceánica y forestal. A través de eventos en 100 ubicaciones del mundo (incluyendo Latinoamérica), se propone plantar más de 250 mil árboles, limpiar 5 millones de metros cuadrados de tierra y mar, y capacitar a más de 100 mil niños en temas ambientales. Más info: https://www.treesandseas.earth
21 de septiembre. Cumbre mundial de biodiversidad. Tendrá lugar durante la 77 Asamblea General de la ONU y la Semana Climática de Nueva York. Incluirá paneles de alto nivel sobre temas como el rol de la tecnología para paliar la crisis de biodiversidad, la transición a cadenas de suministro nature-positive. Más info: www.worldbiodiversitysummit.org
Lo que pasó
Nuevo fondo de inversión de Agtech en Argentina. Se presentó en sociedad Innventure, que se autodefine como “un grupo de productores, profesionales y empresarios agro de todo el país” que desarrollaron una plataforma para invertir en empresas innovadoras del futuro. Es producto de un programa de Aapresid, asociación vinculada a muchas empresas del agronegocio. Esperamos que tenga un foco de cambio transformador y no solo de eficiencia 💪🏼.
Alucinante nota, muy robusta y con información útil
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