Narrativas, capital y transición climática: 20 inversores opinan sobre lo que viene
¿Cómo se configura la inversión climática en el complejo contexto actual? Consultamos a quienes todos los días evalúan ideas, acompañan equipos y arriesgan capital en soluciones.
Estamos atravesando una época de grandes cambios. China disputa la hegemonía norteamericana y la geopolítica global se está acomodando, con conflictos armados que pusieron en agenda temas como soberanía energética y alimentaria. La tecnología avanza a pasos agigantados, y nos cuesta seguir el ritmo de la IA, la robótica, la biotecnología, y demás disrupciones que vienen a revolucionar nuestra vida. La demografía de nuestros países está cambiando, y la gran mayoría de las naciones occidentales podrían enfrentar bajas fuertes en la natalidad y sociedades envejecidas para la segunda mitad de este siglo. Se rompieron consensos que hasta hace poco parecían estables, y la acción climática sintió el golpe, especialmente desde el volantazo de Estados Unidos (que pasó de un paquete federal para empujar la transición energética a uno de apoyo a los combustibles fósiles). Mientras tanto, la presión sobre los límites planetarios es concreta, y temas como seguridad hídrica, adaptación climática o seguridad energética están más firmes en las agendas corporativas.
¿Cómo se configura la inversión climática en este contexto?
En esta edición, consultamos a quienes todos los días evalúan ideas, acompañan equipos y arriesgan capital en soluciones.
Hay coincidencias claras: la urgencia climática no se discute, pero hoy las soluciones tienen que demostrar impacto tangible, técnico y económico. No alcanza con ser verde, hay que ser mejor.
También emergen oportunidades: que Latinoamérica no haya sido el centro de los subsidios climáticos globales puede, paradójicamente, jugar a favor. Porque acá las startups nacen sabiendo que tienen que funcionar sin red.
Lo que queda claro es que la región puede y debe encontrar su lugar en este nuevo mapa no solo como proveedora de materias primas, sino como generadora de modelos. Como lugar de invención.
En esta edición que llega por mail, enviamos un fragmento de las opiniones que compilamos. En substack publicamos los testimonios completos, y también la agenda de convocatorias y programas. Como siempre, invitamos a sumarse a los intercambios con un comentario o en respuesta al mail.
¡Muchísimas gracias a los/as inversores/as que se sumaron a enviar sus opiniones! Seguimos construyendo una economía regenerativa para Latam 💪🏼
Matías Peire, founder y CEO de GRIDX (Argentina)
La forma de combatir esta reducción de la visibilidad y el interés por narrativas de impacto o acción climática es centrar la discusión climática no tanto en el futuro sino en el presente. Hay una oportunidad en entender las problemáticas y en hacer a las producciones más sustentables por los beneficios productivos. Esto siempre fue así para nosotros, pero hoy está exacerbado. Y va a terminar trayendo las soluciones reales que el mundo necesita, que natural y genuinamente van a desplazar a prácticas no sustentables.
Siempre parecía que el problema estaba lejos en Latinoamérica, porque no somos grandes emisores de dióxido de carbono, pero si tomamos el framework límites planetarios, el problema está muy cerca. El aporte que hacen la utilización de suelos y la producción de alimentos al desequilibrio de esos límites es mucho mayor del que hacen las emisiones de gases de efecto invernadero, y somos grandes productores de alimentos: dependemos de la naturaleza para seguir teniendo esa ventaja y ese lugar en el mundo. Si no nos adaptamos, el sistema productivo latinoamericano va a sufrir mucho. Pero veo una oportunidad para que esa adaptación pueda surgir de la región.
Laura Ortiz Montemayor, Chief Purpose Officer de SVX México y GP de Regenera Ventures Fund (México)
Había comentado que 2024 iba a ser el año en el que por fin el capital natural iba a llegar al mainstream de finance y creo que se logró. Fue la primera vez que la COP de biodiversidad tuvo más drive que la COP de cambio climático. Eso tiene muchas implicaciones para el sector de capital natural.
Uno de los desafíos es dejar de ver a Latinoamérica como un banco de commodities para el mundo y empezar a ser el laboratorio de biodiversidad para el mundo. Vencer estas ideas extractivistas y neo-colonizadoras que vienen a monetizar la biodiversidad a favor del norte global a costa del sur global. El otro enorme desafío son las zonas de sacrificio: la transición energética se hace a costa de minería en el sur global. Tenemos que estar unidos, apoyando a las comunidades. Pero eso no opaca que la transición regenerativa para toda Latinoamérica es una gran oportunidad; hay que seguir construyendo condiciones para la vida plena.
Timothy Rann, Managing Partner de Mercy Corps Ventures (Ecuador)
En Estados Unidos, el mundo corporativo está tratando de entender dónde están las líneas en lo que respecta a diversidad, equidad e inclusión, ESG y clima. Pero la mayoría de las empresas sigue, ya sea abiertamente o en silencio, integrando el análisis de riesgo climático en lo que hace. Cómo se relaciona el clima con la cadena de suministro, la eficiencia energética, las fuentes de energía y el riesgo ya son principios empresariales, y se sigue destinando recursos a ello. Europa está tomando otra postura. Dice: si querés vender productos agrícolas o commodities basados en la naturaleza en la UE, éstos tienen que cumplir con estándares de sostenibilidad. Eso es un gran cambio: de un régimen de sostenibilidad voluntaria a uno regulado. Ofrecer herramientas y recursos para el cumplimiento abre nuevas oportunidades para los países emergentes.
El capital está virando, y rápido. Las aseguradoras se están retirando de partes de California y Florida porque ya no son asegurables. No están pidiendo permiso. Pero si la transición está impulsada únicamente por el mercado, no solo será más lenta, también será excluyente.
A pesar de eso, hay mucho potencial para Latinoamérica no solo en participar en la transición, sino en liderar partes de ella. En EEUU o Europa tenés industrias enormes y consolidadas con grandes intereses en mantener el statu quo. Eso también existe en Latinoamérica, pero hay más apertura a repensar sistemas.
Juan Pablo Garavaglia, founder y CEO de ARCHE (Argentina)
Los temas climáticos tienen que tener viabilidad comercial; tienen que ser profitable y luego climáticos, esa es la regla ahora. Latinoamérica sigue siendo un ecosistema inmaduro, con pocos actores en impacto climático, y poco capital disponible. En climate tech vemos dos o tres startups muy buenas por año, al resto le falta mucho. Bio tech e IA siguen siendo pilares fuertes en la región, y algo de capital aparece porque hay interés global en ellos, sumado a que el nivel de las startups en esas áreas es muy bueno, clase mundial.
No hemos cambiado nuestra tesis, pero sí el análisis de la posibilidad de crecimiento de las startups. Hoy es más difícil para las startups locales seguir avanzando fuera de la región.
Estamos preparando un proyecto específico fuera de ARCHE para atraer capitales europeos a proyectos regenerativos de Latinoamérica. Hay muchas conversaciones sobre regeneración, pero cuando buscas proyectos con potencial de escalar, son pocos. Vemos cosas interesantes en Argentina, Colombia, México, Costa Rica. Hace falta mucho trabajo, aunque el potencial está.
Equipo Sunna Ventures (México/Estados Unidos)
El cambio de contexto responde, en parte, a la falta de resultados concretos por parte de algunas tecnologías promovidas en la última década y a una creciente demanda de soluciones más pragmáticas, rentables y escalables. La narrativa está evolucionando: de una visión filantrópica de la sustentabilidad hacia una más centrada en eficiencia, impacto y retorno económico. Conceptos como “seguridad energética” han ganado protagonismo, impulsando la transición energética no solo por razones ambientales, sino también por necesidad estratégica y económica. Esto representa una oportunidad para Latinoamérica: ser parte crítica de la solución global desde un ángulo competitivo y estructuralmente necesario.
En Sunna estamos ajustando nuestra tesis para ir un paso atrás en la cadena de valor. En lugar de enfocarnos exclusivamente en soluciones de consumo final, buscamos tecnologías habilitadoras en sectores estratégicos para la transición energética: minerales críticos, automatización y robótica industrial, resiliencia energética y soluciones de adaptación al cambio climático. Estas áreas son fundamentales para destrabar cuellos de botella en la transición.
Uno de los principales desafíos en la región es desarrollar modelos de negocio climáticos que no dependan de subsidios o políticas regulatorias, sino que se sostengan por su valor intrínseco en eficiencia operativa, reducción de costos y escalabilidad.
Galit Flasterstein, managing partner de Danta Fund (Costa Rica)
En agtech, las soluciones climáticas se pueden ver desde dos perspectivas. El agricultor está interesado en la sostenibilidad, pero–antes que nada–está interesado en la efectividad de su negocio. Tanto en Estados Unidos como en Latinoamérica, los agricultores son abordados constantemente para aplicar soluciones sustentables, pero si ellas no conllevan un ahorro en costos y mayor producción, no están dispuestos a adoptarlas. Por otro lado, tenemos a las grandes corporaciones, que tienen el mandato de volverse más sustentables pero tienen de cliente al agricultor. Las soluciones que las startups deben ofrecer tienen que cumplir tanto con un beneficio comercial como uno de sostenibilidad.
La mayoría de las aplicaciones que recibe Danta Fund ya toman en cuenta a la sostenibilidad. Sin embargo, nuestra tesis y la escogencia de las startups analizan primero el éxito comercial, y segundo el beneficio ambiental. Como invertimos en etapas tan tempranas, el beneficio ambiental aún no puede ser medido, pero el comercial sí puede ser validado con pruebas de campo.
Andrés Baehr, managing partner de Savia Ventures (México)
[El cambio de contexto] significa que tenemos que olvidarnos del "green premium" y buscar soluciones con propuestas de valor que apunten a un ahorro de costos o aumento de utilidades. Las startups de la región ya están adaptadas a esta realidad o irán incorporándola. Es una ventaja para Latinoamérica, donde las startups están acostumbradas a la falta de subsidios.
Las empresas necesitan soluciones para bajar costos de energía, reducir consumo de agua, y la lista sigue. Si es "acción climática" o no, es irrelevante.
Estamos en un momento de oportunidad, sobre todo en climate deep tech. La necesidad por estas soluciones solo aumentará. Las corporaciones están cada vez en mayor necesidad financiera y operacional de mitigar el impacto climático en sus cadenas de valor. Veo el escenario que queramos crear: Latinoamérica como una gran incubadora de soluciones climáticas resolviendo problemas a escala mundial. Potencial desbloqueado y mucha guita para los que vieron esta oportunidad.
Waldo Soto Bruna, co-founder y director de 2811, co-founder de Reciprocal (Chile)
Si asumimos que vivimos en un entorno de incertidumbre, entonces no debería sorprendernos. La clave está en cómo respondemos: el presente requiere una estrategia y un liderazgo adaptativos. No se puede depender de un solo cliente o producto, hay que buscar modelos de ingresos mixtos, evitar las ventas "one-shot", y diversificar el tipo de financiamiento. No todo tiene que venir del mercado: en Bolivia, el Reino Unido está invirtiendo fuerte en el sector de baterías de litio, lo que abre oportunidades para muchas empresas locales.
Parece obvio, pero vale repetirlo: tenemos que resolver problemas reales. Más que nunca, las soluciones tienen que tener base científica, impacto medible, y resolver un problema tanto para el mercado como para la sociedad.
También es un momento para mantenerse livianos como empresa. Con IA, con talento global, con estructuras más flexibles, no tiene sentido mantener estructuras sobredimensionadas. Mantenerse ágil es casi un mantra. Y otra clave: darle tiempo y energía a la legitimidad.
Tomás Rauch, inversor en Tech Energy Ventures (Argentina)
El cambio de contexto refleja una reconfiguración geopolítica profunda, en la que el impulso climático movido por agendas políticas occidentales comienza a dar paso a narrativas centradas en soberanía energética, protección industrial y eficiencia del gasto público. A pesar de ello, las inversiones globales en transición energética siguen creciendo; la oportunidad estructural persiste. El foco se traslada de la dependencia de subsidios o mandatos regulatorios a modelos de negocio capaces de entregar productos y/o energía más limpia y más barata por mérito tecnológico. Regiones como la nuestra (ricas en recursos) pueden apalancarse en esa ventaja competitiva para desarrollar a escala sectores como el de solar y baterías, minerales críticos, geotermia avanzada o combustibles sustentables.
El sector energético atraviesa un momento histórico. Se proyecta que la demanda eléctrica en EEUU se duplicará en los próximos 20 años, y que cerca del 80% de ella sería cubierta con energía renovable. El crecimiento de la demanda de electricidad global (impulsado por data centers y la relocalización de capacidad industrial) está generando oportunidades para tecnologías de generación limpia y firme. Por otro lado, persisten necesidades críticas de descarbonización en industrias de difícil abatimiento, como el acero y el cemento.
El principal desafío para la región es adaptarse a un mundo más fragmentado, con mayores barreras comerciales y dependencia tecnológica, especialmente en sectores estratégicos como movilidad eléctrica y almacenamiento. Vemos un escenario con alta volatilidad pero también con oportunidades históricas. En un mundo que ya no persigue solamente la descarbonización, sino también la abundancia energética y la competitividad industrial, Latinoamérica puede jugar un rol clave.
Catalina Taricco Zañartu, COO y CMO de Impacta VC, presidenta de la Asociación Chilena de Venture Capital (Chile)
En Latinoamérica, donde ya estamos viviendo las consecuencias del cambio climático, este tipo de escepticismo representa un riesgo, porque retrasa la asignación de recursos, puede frenar la innovación sostenible y hasta desincentivar políticas públicas urgentes. Pero hay lugar para la esperanza. Este mismo contexto ha llevado a muchas personas y organizaciones a redoblar esfuerzos y actuar con más decisión. Desde nuestro rol como fondo de inversión de impacto, estamos comprometidos con apoyar soluciones climáticas concretas, que no solo sean sostenibles sino regenerativas.
Vemos una oportunidad enorme en emprendedores que están creando propuestas regenerativas, resilientes y escalables. En contextos de negación o retroceso, tiene más sentido movilizar capital con propósito.
Latinoamérica arrastra grandes brechas en infraestructura para la innovación y en desarrollo tecnológico. Pero por eso hay tanto por construir. Invertir en soluciones regenerativas es una oportunidad real de negocio. Es una tesis de inversión atractiva, con retornos competitivos, y con un interés creciente de parte de grandes fondos e inversores institucionales. Nuestra tarea, como sector, es seguir empujando esta transformación con intención, capital y colaboración, para que esa oportunidad se traduzca en soluciones reales para la región y para el planeta.
Carlos Becco, Senior advisor en agtech, autor de “La revolución digital del agro” y “De Villanos a Héroes” (Argentina)
La evidencia científica que soporta la crisis climática es contundente y la necesidad de trabajar en eficiencia energética, imprescindible. Las narrativas más escépticas que han surgido en algunos centros de poder global obedecen a intereses sectoriales que intentan defender una situación de privilegio. Lamentablemente generan confusión y -posiblemente- ralentizan el avance de los proyectos climate tech, aunque no los detienen. El componente de sostenibilidad se ha convertido en un requisito imprescindible en todos los proyectos de inversión que acompañamos o invertimos.
Todas las semanas recibo noticias de nuevos fondos de inversión llegando a la región, en los que el foco en soluciones climáticas o regenerativas es una prioridad o al menos un interés muy destacado. Y también compruebo que grandes jugadores del sector agropecuario deciden apostar a la innovación.
Gideon Blaauw, regional lead de CleanTechHub (Colombia)
Este año hubo muchos cambios impulsados por el nuevo posicionamiento de Estados Unidos. Las posturas institucionales y las estrategias empresariales están ajustando sus visiones hacia 2030 o 2050. También están cambiando las narrativas: por ejemplo, ahora se habla de crecimiento verde en lugar de cambio climático. Eso va bien con nuestra visión porque nunca hemos promovido ideas de decrecimiento ni de limitar el crecimiento. No somos activistas. Nuestro enfoque emprendedor siempre ha estado ligado a la innovación, la disrupción y el crecimiento.
Nuestras economías se parecen más a las de África o del sudeste asiático que a las de Europa o Norteamérica. Hay mucho por aprender del Sur Global; por ejemplo, en cómo formalizar la economía circular, donde hay estructuras muy informales.
Una pregunta que nos hacen es: ¿realmente existen mercados de inversión en Latinoamérica?. Creemos que sí, pero solo responden a propuestas verdaderamente sólidas.
Eugenio Cantuarias, Partner de AceleraLatam (Chile)
El cambio de narrativa no implica una pérdida de relevancia del problema, sino un reordenamiento de prioridades y expectativas frente a la presión económica, geopolítica y tecnológica. Latinoamérica no define las narrativas globales, pero sí recibe las externalidades del cambio climático: estrés hídrico, inseguridad alimentaria, degradación de suelos. Esto aumenta el sentido de urgencia local y la necesidad de soluciones propias que no dependan de acuerdos globales.
El principal desafío para la región es la falta de infraestructura de capital paciente. Muchos fondos aún tienen horizontes cortos y alto apetito por crecimiento tipo SaaS, que no siempre calza con los ciclos de validación de una startup climate tech. La asimetría de conocimiento técnico entre founders e inversionistas es real. Muchas soluciones deep tech regenerativas requieren redes técnicas, no solo capital. Y faltan mecanismos claros de medición de impacto regenerativo que sean simples, auditables y escalables.
El clima de inversión no depende del convencimiento ideológico, sino de demostrar que es un buen negocio resolver el problema más grande de la región.
Erika Sánchez Herrera, Coordinadora de la Iniciativa CATAL1.5°T, Cooperación Técnica Alemana (GIZ) en México
En Latinoamérica se ha logrado crear una inercia hacia la acción climática que, si bien enfrentará retos, no se detendrá. Desde CATAL1.5°T hemos corroborado el impacto positivo de invertir en emprendimiento climáticos y tecnológicos, por lo que estamos convencidos de continuar fortaleciendo el ecosistema climate tech en la región. Los emprendimientos que seleccionamos, además de tener un impacto climático, tienen modelos de negocios innovadores, impacto social, beneficio público, criterios de inclusión, diversidad y género.
Los emprendimientos enfrentan desafíos como el acceso a financiamiento y el desarrollo de pipeline y brechas en el ecosistema. En tanto no logremos resolver esas barreras, se verá restringido y, por ende, también la consolidación de tecnologías climáticas.
Juan Soria, managing partner de SF500 (Argentina)
Hoy lo que se discute es si una solución verde puede o no justificar un premium. Si es más rápido, mejor y más barato, entonces puede escalar y competir. Desde nuestra tesis de inversión seguimos apoyando startups basadas en ciencia, en verticales que pueden ir desde salud humana hasta planeta. El foco en clima sigue siendo prioritario, pero tenemos que ser más creativos y exigentes. Estas soluciones tienen que construir ventajas competitivas reales asociadas al rendimiento, al precio, a la escalabilidad. Se espera más de ellas que hace unos años.
Estamos en un momento de mayores dudas, pero, a largo plazo, las consecuencias del cambio climático están documentadas, son visibles, y es cuestión de tiempo para que esa realidad vuelva a empujar con fuerza la inversión en esta categoría.
Facundo Garretón, founder y CEO de Terraflos (Argentina)
Hay una maduración del debate climático. No vemos una negación, sino una tensión entre modelos de abordaje y prioridades económicas de corto plazo. Al mismo tiempo, hay una aceleración en la búsqueda de soluciones concretas desde el sector privado.
Para Latinoamérica, esto representa una oportunidad estratégica: somos una región con alta biodiversidad, un rol clave en la bioeconomía y un enorme potencial para liderar soluciones climáticas basadas en ciencia, regeneración y producción sostenible. Pero necesitamos construir una narrativa y una capacidad tecnológica propias, no ser solo proveedores de commodities o compensaciones de carbono. Dejar de reaccionar frente a las agendas globales y empezar a construir soluciones desde nuestra identidad bioeconómica.
Vemos tres oportunidades claras: bioeconomía regenerativa (alimentos funcionales, cosmética basada en ciencia, suplementos producidos sin plantar), tecnologías descentralizadas y adaptativas (desde biotecnología hasta agricultura celular e IA aplicada a salud y clima), y nuevos marcos de inversión (capital paciente, fondos híbridos e inversores que buscan retorno con impacto real y medible).
Christian Daube, Climate Innovation Lead para Latinoamérica y el Caribe de Climate-KIC (Dinamarca)
Las soluciones climáticas deben centrarse en cómo hacer crecer a la región, o en mirar hacia mercados similares –como Asia y África– donde los desafíos son los mismos (y, lamentablemente, seguirán creciendo). Se necesitan más inversiones, especialmente a través de mecanismos financieros mixtos, que permitan escalar aquellas innovaciones dispuestas a asumir el riesgo de contribuir a la sostenibilidad y la regeneración.
Las empresas –grandes y pequeñas– deben empezar a trabajar más con innovación para generar beneficios reales. Hay pocos inversores, y eso no va a cambiar a corto plazo, por lo que el sector privado debe asumir un rol más activo en implementar innovaciones y fortalecer el ecosistema.
Diego Serebrisky, co-founder y managing partner de Dalus Capital (México)
Para Latinoamérica probablemente va a haber menos capital disponible, sobre todo aquel que venía de agencias públicas o programas del gobierno de Estados Unidos. Pero, por otro lado, sigue siendo una prioridad para muchos gobiernos y actores privados. Y creemos que el desarrollo de soluciones, tanto desde lo público como lo privado, va a continuar. Un tercio de nuestro fondo más reciente está enfocado en startups de innovación climática, y eso se mantiene. De hecho, estamos activamente buscando oportunidades.
El reto más grande sigue siendo la disponibilidad de financiamiento. Pero ya empiezan a surgir iniciativas de fondos con un enfoque 100% climático, en distintas etapas, tanto en deuda como potencialmente en equity. Y creemos que eso va a crecer mucho en los próximos meses y el año que viene. Así que seguimos viendo una tendencia positiva. Las conversaciones que estamos teniendo, tanto con grandes inversores como con fondos que buscan asignar más capital climático, apuntan a que esto no se va a frenar.
Matías Kelly, fundador de Sumatoria y socio de Beta Impacto VC (Argentina)
El contexto actual puede ser una oportunidad si logramos enmarcar las soluciones climáticas como parte de una agenda de desarrollo integral: creación de empleo, fortalecimiento de territorios, diversificación productiva, inclusión financiera. Si el discurso climático se vuelve algo "útil y cercano", el margen para la acción crece.
Las tensiones globales nos hacen ser cuidadosos con los riesgos de ciertos mecanismos financieros "verdes" que no siempre terminan beneficiando a los territorios o actores más vulnerables. Por eso reforzamos nuestra mirada desde el financiamiento paciente, con fuerte énfasis en propósito. Muchas soluciones climáticas requieren de escalas y plazos que el sistema financiero tradicional no siempre está preparado para ofrecer. Pero vemos una oportunidad en el crecimiento de una "infraestructura de impacto" que empieza a consolidarse.
Imaginamos un ecosistema donde el financiamiento climático esté menos concentrado en grandes proyectos y más orientado a miles de soluciones medianas y pequeñas, distribuidas territorialmente, que combinan innovación, regeneración y desarrollo inclusivo.
Ruben Altman, co-founder y CEO de Antom.la
Parte de las críticas a las narrativas ambientales son válidas: hay una fatiga frente al greenwashing y a soluciones que dependen más de incentivos externos que de una propuesta de valor real. La coyuntura nos está ayudando a filtrar.
Observamos un creciente consenso en torno a la salud humana. Y en la mayoría de los casos, la salud del planeta y la salud de las personas están entrelazadas. Vemos oportunidades concretas en bioinsumos, biomateriales, nuevas formas de producción. También en herramientas digitales para tomar decisiones más informadas y adaptarse con mayor agilidad, y en instrumentos financieros que permitan que las soluciones escalen.
Latinoamérica enfrenta el desafío y la oportunidad de transformar una economía basada en la producción de alimentos y adaptarse a una nueva realidad climática, tecnológica y geopolítica. Tenemos todo para liderar esta transición, pero también el riesgo de que otros definan el rumbo por nosotros. Si logramos articularnos con inteligencia, la región tiene el potencial de ofrecer al mundo una visión distinta de desarrollo: una que no solo se adapta, sino que propone.
Si llegaron hasta acá y se quedaron con ganas de más, recuerden que en substack publicamos los testimonios completos y la agenda.
Como siempre, pueden dejar su comentario o responder a este mail si tienen devoluciones o quieren agregar algo a la conversación.
¡Gracias de nuevo a quienes participaron de esta nota! ¡Hasta la próxima!